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Colaboración interregional: Cómo España transformó el uso de antimicrobianos

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Hace una década, España figuraba entre los países con mayor consumo de antimicrobianos en Europa, tanto en medicina humana como veterinaria, particularmente aquellos considerados de importancia crítica. Sin embargo, una iniciativa voluntaria para reducir el uso de colistina en el sector porcino logró revertir esta tendencia y posicionar al país como referente en el uso responsable de estos medicamentos. 

La experiencia de España fue compartida con el sector de productos veterinarios de los Servicios Veterinarios de habla hispana de la región de las Américas durante un seminario web cerrado realizado los días 8 y 9 de abril.

La colaboración entre regiones es clave para fortalecer la lucha global contra la resistencia a los antimicrobianos. Cada región enfrenta desafíos particulares, pero también desarrolla soluciones innovadoras adaptadas a sus contextos. El intercambio de buenas prácticas y enfoques regulatorios permite mejorar las estrategias y promover una visión más armonizada y colaborativa.

Colistina: un recurso clave a preservar

La colistina es un antimicrobiano perteneciente a la clase de las polimixinas, y en la última década ha cobrado relevancia global como uno de los últimos recursos terapéuticos en salud humana frente a infecciones causadas por bacterias multirresistentes. En veterinaria, se ha utilizado principalmente en la producción animal para tratar enfermedades entéricas, lo que ha generado preocupación por la aparición de mecanismos de resistencia transferibles entre bacterias.  

Por estas razones, su uso está siendo cada vez más restringido y regulado a nivel mundial, con el fin de reducir el desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos (RAM) y preservar su eficacia en la medicina humana. La OMSA clasifica a la colistina como un antimicrobiano de importancia crítica en su lista de referencia, e incluye recomendaciones específicas sobre su uso en sanidad animal. 

En 2014, España era el país de la Unión Europea con el mayor uso de colistina en animales. Ante esta situación, se lanzó el programa «Reduce: acuerdo para la reducción voluntaria de la colistina en el sector porcino», una iniciativa conjunta entre el sector público y privado. 

ANIMUSE, la base de datos global desarrollada por la OMSA, recopila información sobre el uso de antimicrobianos en animales en todo el mundo, promoviendo decisiones basadas en evidencia. Foto Caribe ©Animal Pensant

Un programa con múltiples incentivos diseñado para construir confianza 

El programa consistió en la firma de un acuerdo de cooperación en el cual el sector porcino se comprometía a alcanzar valores objetivo de reducción en tres años. A cambio, los productores adheridos recibían un sello de calidad oficial, que les permitía diferenciarse positivamente ante consumidores y distribuidores. En paralelo, se vigiló también el consumo de otros antimicrobianos alternativos a la colistina para evitar un aumento en su uso. 

Una parte clave de la estrategia fue la comunicación constante entre el sector público y privado para desarrollar una estrategia conjunta.  

Más de una década de impacto: resultados y expansión

En tan solo dos años, más del 90% del sector porcino español —representado por más de 230 empresas— se sumó voluntariamente al programa, logrando una reducción de casi el 100% en el uso de colistina. Su éxito llevó a expandir la iniciativa a otras especies y a incluir otros tipos de antimicrobianos, logrando una disminución general del 70% en el uso de estos medicamentos en animales entre 2014 y 2022. 

«El carácter voluntario del programa fue determinante para alcanzar estos resultados. El sello de calidad fue un incentivo muy fuerte: quienes no estaban en el programa inicialmente, terminaron adhiriéndose para no quedar fuera del mercado» destacó la Dra. Cristina Muñoz Madero, coordinadora del Plan Nacional Resistencia Antibióticos. 

Como todo proceso de cambio, el programa enfrentó resistencias. El temor del sector a la exposición pública de los datos, las dudas sobre el impacto en la productividad, y la necesidad de adaptar prácticas de manejo para mejorar la bioseguridad fueron algunas de las barreras iniciales. 

Todas estas dificultades pudieron ser resueltas gracias al dialogo, la colaboración, y el trabajo conjunto brindando todas las herramientas necesarias para que los productores pudieran enfrentar la transición. Involucrar a todos los sectores, desde los productores hasta las distribuidoras, los mataderos y los supermercados, también resultó clave para el éxito. Las distribuidoras comenzaron a exigir el sello de calidad a sus proveedores, generando una cadena de incentivos positivos que fortaleció la adhesión al programa. 

Los datos sobre uso de antimicrobianos en animales en España son públicos y están disponibles en ANIMUSE y en el sitio web del gobierno español. Las autoridades de cada país pueden definir el nivel de confidencialidad de los datos compartidos con la OMSA a través de ANIMUSE.

El elemento distintivo del programa fue su enfoque positivo: en lugar de sancionar a quienes no cumplían, se optó por reconocer públicamente a aquellos que se comprometían con el uso responsable de antimicrobianos. Esta estrategia generó un efecto motivador en el sector, que demostró ser más eficaz que las medidas punitivas, incentivando la participación voluntaria y el cambio sostenido de prácticas en toda la cadena productiva. 

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