Serie de historias 2/4

Resistencia antimicrobiana: un desafío cotidiano en la clínica veterinaria

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La historia de una veterinaria panameña en la primera línea de la sanidad animal, protegiendo la salud de todos

 

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La resistencia a los antimicrobianos afecta a las personas, los animales, los alimentos y el medioambiente. El uso inadecuado de estos medicamentos en distintos sectores acelera su aparición y propagación.
Para visibilizar el impacto real de esta amenaza sanitaria, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzan una serie de historias de la Región de las Américas que muestran cómo la RAM afecta la vida cotidiana en distintos sectores y comunidades.
Esta es la historia n.º 2 de la serie, conoce más en las otras historias disponibles al final de esta página.
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Cuando Anaís Villarreal decidió estudiar veterinaria, nunca imaginó que su trabajo la llevaría a enfrentarse a un enemigo invisible, uno que no distingue entre humanos y animales: las bacterias resistentes a los antibióticos, un tipo de antimicrobiano. 

“Desde pequeña me gustaba mucho la ciencia, sobre todo la investigación y las ciencias médicas”, recuerda. “Claro que me atraía el contacto con los animales, pero también la biología, el ambiente, entender cómo funciona la vida.” 

Hoy, Anaís divide su tiempo entre la docencia en la Universidad de Panamá y su práctica privada como especialista en dermatología veterinaria. En su consulta, los casos de infecciones recurrentes de piel son parte de la rutina… pero también el reflejo de un problema cada vez más preocupante. 

Anaís trabaja con varias clínicas, tiene una consulta privada de especialización y atiende en distintos puntos del país. Según su experiencia en dermatología, las infecciones de la piel, conocidas como piodermias, son algo de todos los días. Y cada vez es más común que los animales lleguen con infecciones multirresistentes.

Un desafío cotidiano: cuando los antibióticos dejan de funcionar

La RAM ha cambiado la manera en que Anaís trabaja. Muchos de los pacientes que llegan a la consulta ya fueron tratados sin éxito con antibióticos de uso común. 

“Los pacientes que llegan a mí suelen tener infecciones multirresistentes. Antes no era tan común hacer cultivos, pero ahora los lineamientos internacionales son claros: si una infección no responde al tratamiento, hay que hacer un cultivo y antibiograma. No hay escapatoria.” 

El desafío no es solo clínico, también educativo. Anaís debe explicar a los propietarios que los antibióticos no siempre son la solución inmediata y que las pruebas de laboratorio son esenciales para orientar un tratamiento eficaz. Pero convencerlos no siempre es fácil. Además del costo adicional, existe la percepción de que los problemas de los animales son completamente ajenos a la salud humana. Si un animal de compañía tiene una bacteria resistente, existe la posibilidad de que las personas del hogar también la porten, aunque sin saberlo. 

“No es que la bacteria se queda en el perro. Si mi animal tiene una bacteria multirresistente, la posibilidad de que yo también la tenga existe. Todos los habitantes del hogar compartimos microbiomas. Es un tema de salud pública, no solo veterinaria.” 

El caso de Arya: una posible historia de resistencia compartida

Entre los muchos pacientes que recuerda, hay uno que la marcó especialmente: Arya, una bull terrier de piel sensible que llegó a su consulta con una infección que no respondía a ningún tratamiento. 

“La perrita ya había sido tratada varias veces sin éxito. El cultivo mostró una bacteria multirresistente. Comenzamos a tratar según los resultados, pero la mejoría fue mínima. Hicimos entonces una prueba de secuenciación genética… y el panel de resistencia era horrible: las bacterias no respondían a nada.” 

El caso se volvió aún más complejo al conocer un detalle: la dueña de Arya trabajaba en un hospital. Probablemente el perro no fuera el único afectado con bacterias resistentes. Existía la posibilidad de que la dueña, por estar en contacto con ambientes hospitalarios, tuviera también un microbioma resistente. 

Gracias a un diagnóstico preciso y a una cuidadosa elección de tratamiento, Arya logró recuperarse, pero la experiencia dejó una huella profunda en Anaís. 

“Es frustrante. Una hace todo lo posible y a veces no hay respuesta. Pero también aprendí que debemos cambiar la forma en que tratamos: dejar de pensar que todo se soluciona con antibióticos. En dermatología, muchas veces el tratamiento empieza con baños antisépticos, no con pastillas.” 

Educar, comunicar, cambiar comportamientos

Comprender un problema es el primer paso para resolverlo. Por eso, una comunicación eficaz sobre la RAM es esencial para cambiar comportamientos que aceleran este fenómeno.   

“Muchos propietarios están acostumbrados a que el tratamiento sea una pastilla o una inyección. Cuando les digo que el tratamiento es un baño dos veces por semana, cuesta que me crean. Por eso la educación es clave.” 

Hoy, en su práctica y en la universidad, Anaís dedica tiempo a hablar sobre el uso responsable de los antimicrobianos y sobre la importancia de la prevención. 

La Semana Mundial de Concienciación sobre la RAM (WAAW) es una campaña anual que busca promover el uso responsable de los antimicrobianos y fomentar las buenas prácticas que ayudan a reducir la aparición y propagación de patógenos resistentes. La WAAW se celebra cada año del 18 al 24 de noviembre.

Más allá de la clínica

Anaís sabe que su trabajo tiene un impacto que trasciende la medicina veterinaria. Cada caso de resistencia antimicrobiana (RAM) que trata es también una oportunidad para proteger la salud de las personas y de otros animales. 

“Cuando tratamos bien a un animal, estamos cuidando también a su familia. Y cuando educamos a un tutor, estamos ayudando a prevenir resistencias que podrían afectar a toda la comunidad.” 

Su mensaje es claro: los patógenos resistentes no distinguen especies, fronteras ni profesiones. Todos estamos conectados, y la única forma de detenerla es actuar juntos. “La salud de los animales, las personas y el ambiente es una sola. Y eso lo veo todos los días.” 

 

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